Hace unos años conocí a una persona que presidía una asociación. Siempre repetía que nunca había cobrado por esa labor. Y probablemente era cierto… al menos de forma directa. Sin embargo, si revisabas el organigrama, descubrías que su hija era la secretaria contratada a tiempo completo y su hijo el tesorero, también en nómina. Su excusa: “Hombre, alguien tenía que hacerlo, y yo no doy abasto con todo”.
Te cuento esto porque, detrás de muchas asociaciones, fundaciones o cooperativas —en principio bienintencionadas—, se esconden auténticos chiringuitos. Tal vez comenzaron con buenas intenciones, pero en algún momento confundieron la misión con el beneficio personal. O peor: con su forma de ganarse la vida.
Vamos a dejarlo claro. Si tienes socios que pagan cuotas o si recibes subvenciones, puedes pagar. Pedirle a alguien que trabaje gratis mientras tú —o los tuyos— cobráis, es una decisión tuya. Pero no contéis conmigo para eso.
Y eso ya es bastante grave. Pero hay un nivel aún peor: el de quienes directamente vienen a intentar saquearte.
¿A qué me refiero? Personas que me han “ofrecido” gestionar las redes sociales o el podcast de alguna institución a cambio de exposición. El problema es que cualquier publicación en mis propias redes tiene más alcance que las suyas. Así que… ¿exposición para quién, exactamente?
Y para colmo, querían que pusiera yo el equipo, cediera mis derechos de imagen y no pudiera usar el contenido. ¿Te parece fuerte? Pues es lo habitual.
En resumen:
- Quieren estudiar lo que hago para replicarlo.
- Quieren que lo haga gratis.
- Quieren quedarse con los derechos de mi trabajo.
- Y encima, quieren que no lo pueda usar.
Menudos sinvergüenzas.
La tercera propuesta indecente habitual es aún más absurda: que promocione su evento en mis medios… gratis. Vamos a aclararlo: si me invitas a dar una charla, hablamos. Pero si quieres que promocione tu evento, tu charla o tu tienda en miscanales, eso va aparte. Y, por supuesto, se cobra aparte.
Finalmente, hay personas que, al escucharme defender derechos humanos o dar voz a colectivos diversos en mis entrevistas, suponen que soy algún tipo de ONG. O que recibo subvenciones. Nada más lejos de la realidad.
Soy un profesional independiente.
Estoy comprometido con ayudar a las personas a emprender y hacer crecer sus negocios. Porque creo que los negocios no son privilegio de unos pocos. Pero si tú estás dispuesto a pagar sin rechistar a quienes te desprecian, y luego me regateas a mí —que sí me implico y sí puedo ayudarte—, el problema no soy yo. Es tuyo.
Este país está lleno de “asesorías” gratuitas que hacen más daño que bien. Tú sabrás a quién das tu confianza.
Ahora bien, supongamos que tu propuesta es un unicornio: mágica, honesta, sin trampa ni cartón. Es decir:
- Nadie cobra.
- Sois independientes (sin subvenciones ni grandes donaciones).
- No es el proyecto personal de alguien que busca gloria ajena.
Si cumples con todo eso, puedes sugerirme la creación de alguna pieza de contenido que pueda ser útil. Pero, eso sí:
- Será publicada en mis medios.
- Y conservaré todos los derechos.
Si quieres compartir el enlace y darme crédito, perfecto.
¿Te parece egoísta? ¿Pesetero? Te recuerdo que tengo más de 500 podcasts publicados, la mayoría sin apenas publicidad. Hay también cientos de artículos y vídeos gratuitos en mi web, con contenido útil y práctico.
¿Puedes decir lo mismo de quienes solo publican para venderte un curso o inflarse el ego?
Pues eso. Visto para sentencia.
Si crees que tu propuesta pasa el filtro, puedes plantearla rellenando el formulario. En función de la disponibilidad, será atendida.